martes, 1 de julio de 2014

B: de Beatriz



Ella salió de un tren disparada y perdida. En principio no sabía a donde ir hasta que levemente unos dedos la sujetaron con suavidad. Y luego el rumor de una sonrisa. Y de un abrazo. Y de un beso. Y de dos más. Y así.

Luego el calor, el caminar: arriba, abajo. La parada de un rumor de un Nestea con un partido de fútbol en el fondo. Y sus dudas: el tiempo hacía que las sonrisas no fueran tan largas, que la realidad fuera un poco más distante si cabe de lo que ambos en realidad creaban.

El compás de un bolígrafo rojo tallando una servilleta de papel. Ese papel se dobla. Caminan bajo el sol que va cayendo y ella busca una salida acompañada sin alternativa; por ello no queda más remedio que el adiós menos indicado cuando el sol -de poniente- se va cayendo poco a poco. Ese adiós, marcado con lengua de signos.

En la memoria la sonrisa, la lengua de signos. Complicidad diluida a las ocho de la tarde.

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